La multiplicidad de formas siempre ha estado presente en mi trabajo, en temas como Fábrica das Flores, Fábrica de Sapatos, y en forma de multitudes. Multitudes cotidianas, multitudes que migran... Migraciones contemporáneas. En los elementos producidos en serie, en los conflictos, en los periódicos, en la basura, encuentro un mundo por cuestionar, fascinante por la poesía de las imágenes y la experiencia lúdica que brindan los colores y las formas. (Una vida incuestionable no vale la pena vivirla. Platón.)
Hoy, más que nunca, somos “multitudes”, como píxeles en una pantalla, ya la vez únicos. Vivimos en la dicotomía del conflicto entre lo perenne y lo pasajero, la búsqueda del rumbo y el miedo al fracaso, pero siempre buscando la esperanza del camino. Vivimos una época de conexiones, de intereses y demandas colectivas, una época de redes sociales. Nuestra individualidad se identifica con los demás y encajamos en lo colectivo. La Multitud es el espacio pictórico donde las individualidades se mezclan para formar parte de un color mayor.
De cerca, en pequeñas líneas, se identifican personas que aparecen o desaparecen en el espacio del lienzo, a veces caminando, y, a lo lejos, un sentimiento de conjunto, de masa, de colectivo. Pequeños trazos de colores hechos con pasteles al óleo, se asemejan a los píxeles de la imagen digital, se combinan entre sí y crean la impresión de multitudes.
Rasgos que, en su concepción, son únicos, forman parte de un conjunto que raya en lo abstracto, si no fuera por la eficiencia de nuestro cerebro en reconocer la similitud con la forma en que vemos grandes cúmulos de personas. Las identidades mezclándose en un río de presencias, unidas por sus ideas y necesidades, buscando un rumbo, a veces creciendo y uniéndose en el camino, a veces separándose en nuevos rumbos. Los fondos, en pintura acrílica, dan sentido y complementan la temática de las obras. Somos multitud de seres únicos, exclusivos, y como tales contribuimos al concepto de totalidad.